Los últimos estudios demuestran que la obesidad entre los niños se está convirtiendo en uno de los principales problemas sanitarios en los países desarrollados. Los adultos no son los únicos que acumulan kilos. Los últimos estudios demuestran que la obesidad entre los niños se está convirtiendo en uno de los principales problemas sanitarios.
¿Qué es la obesidad infantil?
La obesidad infantil es un problema de salud caracterizado por el exceso de grasa corporal en el cuerpo de los niños y niñas. Dicho nivel de adiposidad supone todo un condicionante para su salud general y su bienestar, predisponiéndolo a sufrir otras patologías secundarias y asociadas. Según los datos publicados por la Organización Mundial de la Salud, la prevalencia de esta enfermedad a nivel internacional es cada vez mayor.
Al igual que en los adultos, la obesidad infantil requiere para su diagnóstico diversas pruebas complementarias. Uno de los baremos más empleados es el conocido como índice de masa corporal. Este toma como referencia el peso y la estatura de la persona, valorando su proporcionalidad en función de la fórmula matemática: masa dividida por la estatura al cuadrado. Sin embargo, la ponderación de la cifra resultante varía en el caso infantil. Al contrario que en los adultos, el índice de masa corporal ha de trasladarse a una tabla de percentiles, teniendo en cuenta dos criterios esenciales: la edad y el sexo del menor en cuestión. En función de la misma, se establece que los niños y niñas con un índice de masa corporal situado entre el 85 y el 95 en dicha escala padecen sobrepeso. Por encima del umbral del percentil 95 hablaríamos ya de obesidad en grado variable.
Las causas de la obesidad
Entre
las principales causas de las enfermedades no trasmisibles están el mayor
consumo de alimentos hipercalóricos (con alto contenido de grasas y azúcares) y
la menor actividad física.
La
obesidad infantil está considerada actualmente como la epidemia del siglo XXI,
si los hábitos alimenticios y el estilo de vida de las familias no lo remedian.
Según los especialistas en temas de obesidad, los cambios alimenticios y las
nuevas formas de vida sedentarias son los principales desencadenantes en el
aumento de la obesidad infantil.
La
elección de los alimentos por parte de los padres para confeccionar una dieta
equilibrada para toda la familia y la realización de actividad física a diario
son los factores que más pueden contribuir a que los niños non presenten
sobrepeso.
Nuestro
país ha sufrido grandes cambios en las últimas décadas, que han repercutido
drásticamente en la manera de alimentarse de nuestros ciudadanos. España ha
experimentado lo que se denomina una “transición nutricional”. Se trata de una
secuencia de modificaciones, tanto cuantitativas como cualitativas, en la
alimentación, relacionadas con cambios económicos, sociales, demográficos y con
factores de salud.
Niños obesos
Muchos padres tienen que dividirse entre las múltiples
tareas, laborales y domésticas, y les resulta más cómodo ofrecer una comida
rápida a sus hijos. Empiezan con los bollos industriales, siguen los
"nuggets" (rebozados preparados de pollo), y terminan con las
chuches. Día tras día, estos hábitos alimenticios se convierten en una mala
costumbre. Las comidas resultan muy atractivas por su aspecto, pero no llevan
los nutrientes ni las vitaminas necesarias para que los niños crezcan fuertes y
sanos.
Para esos padres, normalmente los que nunca tienen tiempo,
lo más importante es saciar el hambre de sus hijos, sin preocuparse si están o
no comprometiendo el futuro de su salud. Los padres, del mismo modo que muchos
abuelos, también pecan con la preocupación exagerada por la cantidad de comida
que consumen los niños. Les ofrecen unos menús sin considerar los controles
cuanto a las grasas, azúcares, y otros componentes que solo engordan. Existen
más informaciones sobre el tema, pero los hábitos siguen cambiando para peor.
Lo ideal, según los expertos, es que un niño consumiera unas
dos mil calorías diarias y que, la mitad de ellas, fuese cubierta por los
hidratos de carbono, un tercio por las grasas y el resto por proteínas. Pero,
en lugar de comer pan, arroz o legumbres, los niños están comiendo dulces,
refrescos y golosinas.
Sedentarismo y obesidad infantil
Aparte del consumo de alimentos con alto contenido en grasas
y azúcares, el sedentarismo de muchos niños les hacen más obesos. El practicar
una actividad física es esencial a su crecimiento y a su salud. El estilo de
vida que llevan los niños también ha cambiado mucho. La mayoría de las
actividades que realizan se concentran en torno a la televisión, al ordenador y
a los videojuegos. Muchas familias, por la falta de tiempo o por comodidad,
acaban dejando a los niños delante de la televisión toda una tarde, en lugar de
llevarlos al parque o a cualquier otra actividad que les favorezcan más. Los
juegos al aire libre, las excursiones, los deportes, etc., son cada día
sustituidos por actividades sedentarias. Según las últimas encuestas, los niños
españoles pasan una media de 2 horas y media diarias viendo la televisión y
media hora adicional jugando a los videojuegos o conectados a la Red.
Falta de actividad física en los niños
Existen, además del mal hábito alimentario y la falta de
actividad física, que son los que encabezan los motivos por los que la sociedad
tenga sobrepeso, otros factores que determinan la obesidad infantil. Puede
haber influencias sociales, fisiológicas, metabólicas y genéticas. Un niño con
padres obesos, por ejemplo, estará predispuesto a ser obeso también. Sea por
una cuestión social, de mal hábito alimentario, o por genética. También se
puede presentar obesidad en caso de que el niño sufra algún trastorno
psicológico.
¿Cuáles son los efectos que produce obesidad infantil?
Los niños y las niñas con sobrepeso tienden a
desarrollar diversos problemas de salud como el colesterol y presión arterial
alta, y además, tienen mayores probabilidades de seguir siendo obesos en la vida
adulta. Esto supone que están más predispuestos, como consecuencia, a padecer enfermedades
cardiovasculares e incluso la diabetes de tipo 2 (antes considerada una
enfermedad adulta), que ahora ha aumentado considerablemente en niños y
adolescentes con sobrepeso.
Por otra parte los efectos del la obesidad
también repercuten en la salud mental de estos niños y niñas, que son
frecuentemente atacados por
la sociedad, sufren alteraciones
psicológicas y baja autoestima. Un estudio realizado por Schwimmer,
et.al. (2003) a niños obesos, muestra que estos calificaron su calidad de vida
con puntajes similares a los de otros jóvenes con cáncer o quimioterapia. El
estudio, comprendido por 106 niños de 5 a 18 años, fue realizado mediante un
cuestionario que los pediatras emplearon para evaluar temas de calidad de vida.
Los niños debían calificar cosas como su capacidad para caminar, hacer
deportes, dormir bien, congeniar con los demás y tener un buen rendimiento
escolar. Los resultados revelaron que las burlas en la escuela, las
dificultades para hacer deportes, el cansancio, la apnea del sueño y otros problemas causados por la obesidad afectan considerablemente al bienestar de estos niños.
Otro tema importante relacionado con la obesidad reside
en el concepto que los niños tienen sobre el peso corporal y los ideales de
forma física. Para las niñas, el problema suele ser el "ideal de
delgadez" y la tendencia a realizar dietas y ejercicio. Los niños, por su
parte, desean tener un cuerpo musculoso y perfecto, y esta idea les conduce a
emplear suplementos nutricionales y esteroides nocivos. No obstante, habría que destacar la presión ejercida, sobre todo, en las niñas y adolescentes para
lograr una silueta delgada, ya que supone un factor determinante en la aparición
de diversos trastornos alimenticios como la anorexia y la bulimia.
En definitiva, la obesidad
infantil supone un riesgo importante para la salud no solo por las causas citadas
anteriormente, sino porque son preocupantes las consecuencias
potenciales a largo plazo según advierten los expertos en nutrición. A diferencia de los niños que llevan una dieta sana, los
niños con sobrepeso tienen más riesgo de padecer una enfermedad coronaria y
arteroesclerosis, con independencia de que perdieran peso o no al llegar una
edad adulta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario